viernes, 13 de marzo de 2009

Modelos anatomotopográficos de las áreas cerebrales que se activan durante la función lingüística

En la revista de neurología. 2008 DIC;47(12):653-658, se ha publicado una breve revisión bibliográfica sobre los modelos anatomotopográficos que se activan en la función lingüística. Sus autores (L.E. Ortiz-Siordia; L. Álvarez-Amador; R. González-Piña.), hacen una revisión bibliográfica de los avances en este campo con técnicas de neuroimagen, su valor reside en la síntesis o resumen que realizan de estas complejas actividades cerebrales y hacen que el complicado engranaje del lenguaje y del habla en nuestro cerebro sea un poco más comprensible.

En este trabajo comentan que, “las palabras se analizan, durante la lectura silenciosa, en ambos hemisferios occipitales, más tarde la palabra se procesa en la corteza temporal derecha, y después se realiza la integración del proceso semántico y el fonológico en áreas temporales izquierdas y en la parte inferior frontal izquierda. La comprensión de este análisis se consigue en la corteza temporal media izquierda y la activación durante los movimientos articulatorios se lleva a cabo en el giro supratemporal izquierdo y las cortezas motora y premotora izquierdas, el putamen izquierdo y parte del cerebelo en forma bilateral. El reconocimiento de la prosodia emocional ocurre en tres etapas: obtención de la información acústica en áreas del lóbulo temporal derecho, representación de secuencias acústicas en el surco temporal posterosuperior derecho y evaluación de la prosodia emocional en la corteza bilateral frontal inferior, junto con la participación de los ganglios basales en lo que respecta a la expresión emocional.”

Los autores concluyen en su trabajo que las áreas que se activan durante los procesos del lenguaje, con excepción de la prosodia emocional, está lateralizada preferentemente hacia el hemisferio izquierdo.

La importancia de este trabajo en tartamudez es que nos permite “casar” estos datos con los obtenidos en múltiples estudios de neuroimagen que, desde hace más de una década, nos han demostrado que en la tartamudez hay alteraciones funcionales y estructurales, sobre todo en el hemisferio cerebral izquierdo. La “compensación” que, en diversos análisis funcionales, se advierte en el hemisferio derecho de los tartamudos, trata de equilibrar estos déficits, por su puesto que, siempre “contra natura” y contando con las particularidades individuales de cada tartamudo y de su propia neuroplasticidad.