jueves, 15 de mayo de 2008

Prevención cuaternaria, aceptación y dignidad

Los tartamudos somos personas que tenemos que realizar un esfuerzo, visible por los interlocutores, para expresar verbalmente nuestros pensamientos. A lo largo de la vida hemos recibido acciones terapéuticas de lo más variadas. Quien más y quien menos ha sido llevado por sus padres al pediatra, algunos al foniatra, muchos al logopeda, otros tantos al psicólogo, algunos al psiquiatra, al otorrinolaringólogo, al neurólogo, al médico acupuntor, al psicoanalista, al experto en medicinas alternativas, al maestro de audición y lenguaje, al curandero, al psicomago, a la vecina de enfrente o incluso al zapatero aficionado a tratar tartamudos (verídico).

Juan Gérvas publica en la Gaceta Médica de Bilbao un artículo titulado "Malicia Sanitaria" . Allí habla de la prevención cuaternaria y me voy a quedar con este párrafo:

"Hablamos de prevención cuaternaria para designar el conjunto de actividades sanitarias que atenúan o evitan las consecuencias de las intervenciones innecesarias o excesivas del sistema sanitario .Hacer prevención cuaternaria es decir “no” a muchas propuestas francamente indecentes, y ofrecer alternativas prudentes y científicas (la ética de la negativa, y la ética de compartir la ignorancia). Hacer prevención cuaternaria es cambiar el miedo que explota la malicia sanitaria por el bienestar de saber que lo importante es la calidad de la vida."

En la tartamudez ofrecer alternativas prudentes y científicas es una excepción, sin embrago las propuestas innecesarias e incluso las indecentes es lo habitual, lo cotidiano, incluso lo que se espera. Los tartamudos tenemos un problema muy serio (sólo nosotros lo sabemos) ninguna actuación terapéutica puede, generalmente, ayudarnos. Tenemos que tomar las riendas de nuestro futuro y asegurarnos eso que se dice al final del párrafo de Gervás: "saber que lo importante es la calidad de vida". A la vista del panorama que se nos abre, somos nosotros los tartamudos los encargados de velar por nuestra calidad de vida. El primer paso es la aceptación (que no resignación) de nuestro problema. Tenemos que saber que somos tartamudos, que somos tartamudos adultos y que nuestra condición no tiene cura.

En el año 2001 escribí un artículo (junto a Pedro Rodríguez) en la revista “One voice” sobre las experiencias vividas en el congreso de Gante. En ese artículo hacía una llamada, una advertencia y emplazaba a todos los tartamudos para que encontremos o recuperemos nuestra dignidad.

En Wikipedia hablan de Dignidad y dicen: “Dignidad significa "calidad de digno". Deriva del adjetivo latino “dignus” ,se traduce por "valioso"; es el sentimiento que nos hace sentir valiosos, sin importar nuestra vida material o social. La dignidad se basa en el reconocimiento de la persona de ser merecedor de respeto, es decir que todos merecemos respeto sin importar como seamos. Al reconocer y tolerar las diferencias de cada persona, para que esta se sienta digna y libre, se afirma la virtud y la propia dignidad del individuo, fundamentado en el respeto a cualquier otro ser. La dignidad es el resultado del buen equilibrio emocional. A su vez, una persona digna puede sentirse orgullosa de las consecuencias de sus actos y de quienes se han visto afectados por ellos. Un exceso de dignidad puede fomentar el orgullo propio, pudiendo crear la sensación al individuo de tener derechos inexistentes. La dignidad refuerza la personalidad, fomenta la sensación de plenitud y satisfacción.

A mi modo de ver…más prevención cuaternaria, más aceptación y más dignidad.