sábado, 11 de marzo de 2006

Un niño tratado con Risperidona

Se ha publicado hace un mes una carta en el J.AM.ACAD.CHILD ADOLESC.PSYCHATRY, enviada por Pieter Joost Van Wattum, médico de la Facultad de Medicina de la Universidad de Yale, en la que describe la completa remisión de la tartamudez en un niño de 4 años usando dosis bajas de Risperidona. El niño, al parecer, presentaba una tartamudez tan severa que era imposible entenderlo, también pataleaba, chillaba y daba golpes (tanto en casa como en la escuela) por lo que fue tratado psicológicamente sin éxito. En vista de la clínica que presentaba se decidió tratarlo con Risperidona a dosis de 0,25 mgr al día. La mejoría de su tartamudez fue casi inmediata, a la semana había desaparecido por completo la tartamudez y los comportamientos asociados. A los seis meses continuaba sin clínica, por lo que se decidió disminuir la dosis, con lo que la tartamudez volvió a aparecer. En la última parte de la carta, el autor hace las típicas aseveraciones en estos casos, apelando a que se hagan estudios en este sentido ya que la Risperidona puede ser útil para el tratamiento de la tartamudez en niños.

La Risperidona es un antidopaminérgico. Como comentaba en el anterior artículo la dopamina está relacionada con la mejoría o el empeoramiento de la tartamudez y hay muchos pacientes que han mejorado con los antidopamiérgicos.

A mi modo de ver sería interesante saber por qué precisamente la dopamina es el neurotransmisor que más nos afecta.

domingo, 5 de marzo de 2006

Parkinson, dopamina y tartamudez.

La tartamudez puede mejorar o empeorar dependiendo de los tratamientos farmacológicos que empleemos para tratar las enfermedades que pueden acompañar a la persona tartamuda.

Se dan casos tan dramáticos como los pacientes con enfermedad de Parkinson y a la vez con tartamudez. El tratamiento de su Parkinson, a base de dopamina mejoraban espectacularmente la sintomatología de esta enfermedad, sin embargo empeoraba de manera importante su tartamudez. Al dejar el tratamiento con dopamina mejoraban de su tartamudez, pero la sintomatología de su enfermedad de Parkinson, empeoraba hasta hacerse invalidante.

Otro interesante trabajo que relaciona la enfermedad de Parkinson y su tratamiento para la tartamudez fue el que se publicó en 2001 en el que evaluaron las consecuencias del tratamiento en la enfermedad de Parkinson de 12 pacientes que en su niñez habían padecido tartamudez. La dopamina administrada hizo que estos sujetos, que habían superado su tartamudez, volvieran a padecerla.

Se han realizado otros trabajos en los que se evaluaba el tratamiento con dopamina en sujetos adultos tartamudos, en los que se vio que la fluidez del habla de estos sujetos empeoraba si se les administraba el tratamiento para la enfermedad de Parkinson.

Esta claro que la dopamina no nos viene bien, de ahí que los antidopaminérgicos hayan sido los tratamientos más efectivos en el tratamiento farmacológico de la tartamudez. Es curioso que una tartamudez superada en la infancia, pueda emerger en la edad adulta si se administra dopamina….

sábado, 4 de marzo de 2006

Comunicación: "origen de la vida"

Anteayer leo en “El País”:

El abogado, economista y comunicador Eduardo Punset ha hecho referencia en su breve intervención tras recoger el premio a las primeras bacterias que existieron en este mundo, hace dos mil millones de años, que según ha explicado lograron evolucionar gracias a su comunicación con otros organismos. "El origen de la vida surge de la comunicación"

La tartamudez es una alteración del habla que se presenta sólo en situaciones en las que se requiere la comunicación verbal. El habla del tartamudo falla únicamente en las situaciones en las que existe una comunicación verbal. Seguramente es que tenemos un déficit en este proceso. Toda comunicación verbal se realiza, por lo menos, entre dos personas, lo cual quiere decir que nosotros los tartamudos por nosotros mismos no tartamudeamos, necesitamos de otra persona para tartamudear.

Existe una explicación para tratar de entender lo que nos pasa. El hecho de que no tartamudeemos cuando estamos solos y sí lo hagamos cuando estamos con otras personas ha sido nuestra espada de Damocles (siempre amenazando). De esta sintomatología tan paradójica se han aprovechado a lo largo de la historia los, supuestamente, encargados de curarnos. Especialmente dramático es este aprovechamiento (cuando la cura de la tartamudez en el adulto no existe) por parte de logopedas, psicólogos, foniatras, psicoanalistas, curanderos, iluminados, etc. que, además de darnos falsas esperanzas, nos cobran unos honorarios que se dan con la ilusión de la curación, pero que al final del tratamiento se han convertido en otra paradoja de la tartamudez, la tartamudez empobrece, no solo nuestra autoestima, nuestras relaciones sociales y laborales, etc., sino también nuestro bolsillo y nuestra fe en las terapias.

La tartamudez empeora o mejora, se hace más patente o menos, dependiendo del estrés comunicativo que soportemos en cada momento y éste depende de nosotros mismos y de nuestro interlocutor. El estrés comunicativo nos da la pista para explicar los paradójicos síntomas de la tartamudez y a mi modo de ver da un portazo a cualquier otra explicación que nos hayan podido “vender”. También el estrés comunicativo nos da pistas sobre una posible y efectiva terapia en tartamudez, lo que yo llamo entrenamiento comunicativo. No sirven las terapias que actúan sobre el ritmo, la respiración, no sirven las terapias psicológicas, no sirven los tratamientos farmacológicos (resultados erráticos y diversos) y tampoco sirven otros tratamientos. Sin embargo la fluidez mejora con el entrenamiento comunicativo. Lo difícil es practicarlo. Es un privilegio para un tartamudo poder comunicarse, deberían de buscarse estrategias terapéuticas basadas en la comunicación. No es sencillo, pero hay que lanzarse al ruedo y buscar la manera de hacerlo.

Según Punset el origen de la vida surge de la comunicación. Yo afirmo que los tartamudos no tenemos ningún problema psicológico, ni ningún problema mental, ningún “trauma” infantil, ningún problema de respiración o de ritmo, lo que tenemos es un problema neurológico que interfiere en nuestro proceso comunicativo cuanto interaccionamos verbalmente y que nos afecta en mayor o menor grado dependiendo del estrés comunicativo que soportemos en cada momento. El origen de nuestra mejoría surge de la comunicación, de la comunicación verbal.