sábado, 29 de abril de 2006

DOPAMINA

En el foro sobre tartamudez que dirige Pedro Rodríguez, TTM-L (http://www.ttmib.org/viejo/ttm-l.htm) , surgió una duda sobre la Dopamina y contesté, tratando de explicar lo que es la dopamina y por qué se relaciona con la tartamudez. “Pego a continuación el mensaje”

Dopamina

Las neuronas son las células nerviosas. Las neuronas reciben y dan información a otras células nerviosas. Las sustancias celulares que se encargan de este cometido son los neurotransmisores. Uno de estos neurotransmisores, de los muchos que hay se llama Dopamina. Los neurotransmisores se tienen que sintetizar, se almacenan y por ultimo se liberan en la sinapsis neuronal, o lo que es lo mismo, la unión entre dos neuronas. La neurona que recibe la información precisa de un receptor, los cuales pueden ser estimuladores o inhibidores. También pueden estar activos o inactivos y también pueden actuar de manera rápida o lenta. La estimulación de los receptores produce otras sustancias que serán las encargadas de poner en marcha la respuesta celular, que son llamados segundos y terceros mensajeros. El número y la sensibilidad de los neurotransmisores puede variar dependiendo de muchos factores. Una vez que el neurotransmisor ha realizado su función debe inactivarse y uno de los mecanismos que cumplen esta misión es la recaptación neuronal que es un proceso que tiene mucha importancia en farmacología.

La Dopamina químicamente es una monoamina perteneciente al grupo de las catecolaminas, junto a la adrenalina y noradrenalina.

Hay cuatro vías dopaminérgicas, tres de ellas salen del mesencéfalo, una es la vía nigroestriada que está relacionada con el movimiento, se afecta en la enfermedad de Parkinson (por un déficit de dopamina en los ganglios basales). Otras vías son la mesolímbica y la mesocortical que se relacionan con la afectividad, las emociones, etc.. La cuarta vía se origina en el hipotálamo y va hacia la hipófisis donde regula la actividad hormonal.

En cuanto a la tartamudez se sabe que fármacos antidopaminérgicos, o sea, aquellos que disminuyen los niveles de dopamina en el cerebro, mejoran la sintomatología de la tartamudez. También se sabe que ciertas enfermedades con alguna característica común con la tartamudez también mejoran con este tipo de drogas, como ocurre en el Síndrome de Giles de la Tourette. También el hecho de que algunas drogas que aumentan. los niveles de dopamina produzcan tartamudez, como es el caso de la teofilina, Levodopa o anfetaminas, apoyan la teoría de que los niveles de dopamina están elevados en los tartamudos. También tartamudos que han sido tratados con Levodopa por padecer a su vez enfermedad de Parkinson, empeoran de su tartamudez

(http://mitartamudez.blogspot.com/2006/03/parkinson-dopamina-y-tartamudez.html)

domingo, 16 de abril de 2006

Las zonas del cerebro implicadas en el lenguaje van disminuyendo con la edad.....¡EN NIÑOS!

Uno de cada cinco niños que tartamudean, seguirá tartamudeando a lo largo de toda su vida. El índice de desaparición del problema sin que se aplique ningún tipo de tratamiento es muy alto en la tartamudez temprana, oscila entre el 75-85% (Yairi y Ambrose 1992; Yairi Ambrose y Niermann 1993 y Yairi et al 1996). En los niños que evolucionan hacia la recuperación se han visto reducciones continuas en frecuencia y la severidad del tardamudeo hasta su desaparición (Throneburg RN, Yairi E,2001). Conforme van pasando los años, menos posibilidades hay de que el niño se recupere, o sea, que si la mejoría es en los primeros meses o años después de la primera aparición del tartamudeo, las posibilidades de recuperación son mayores.

Fuentes de la AMERICAN ACADEMY OF NEUROLOGY. (2006 ABR) informan que el número de zonas del cerebro implicadas en el lenguaje disminuye a medida que los niños crecen. Estas áreas encargadas del lenguaje son más flexibles en los niños pequeños y se vuelven más especializadas conforme maduran. Jerzy Szaflarski, neurólogo de la Universidad de Cincinnati, en Ohio, durante la Reunión Anual de la Academia Americana de Neurología en San Diego (California), informa que en su equipo sometieron a 30 niños a una resonancia magnética funcional anual durante cinco años. Estos niños al comienzo del estudio tenían entre 5 y 7 años. Las conclusiones indican que existen más zonas del cerebro implicadas en la realización de un ejercicio de lenguaje a los cinco años que a los once y explica por qué los niños más pequeños consiguen recuperar la función cerebral de un hemisferio tras una lesión.

¿Podrían extrapolarse los resultados de este estudio a los niños que padecen tartamudez y así poder tener la explicación del por qué a mayor edad, menos posibilidades de recuperación?.

domingo, 2 de abril de 2006

Yairi


Ehud Yairi es una de las personas que más sabe sobre tartamudez. De manera científica, sin prisa, pero sin pausa está aportando mucha luz a este lúgubre mundo de la tartamudez tan proclive a ser manipulado por la charlatanería. Yairi ha escrito en la página de la “Stuttering Foundation” un artículo titulado “The age factor in stuttering”. En este artículo afirma que la edad de comienzo de la tartamudez en el 65% de los casos ocurre antes de los tres años de edad, porcentaje que sube hasta el 85% a los tres años y medio. Yairi deduce que a partir de los cuatro años existe un bajo riesgo para comenzar a tartamudear El hecho de que el comienzo de la tartamudez se asocie con este rango de edad en un porcentaje tan alto se relaciona a que es en esta edad cuando maduran funcional y anatómicamente las áreas del cerebro encargadas del lenguaje y de la articulación del mismo. La inmadurez en la estructuras encargadas de estos procesos contribuirían al desarrollo de la tartamudez.

Yairi propone en este artículo que habría que investigar en niños fluidos y no fluidos las similitudes y las diferencias en los procesos de producción del habla entre ambos grupos, para así valorar si la edad de comienzo de la tartamudez justifica los distintos subtipos de la misma. Para ello habría que emplear técnicas de imagen, que al igual que ha pasado con el estudio realizado en niños entre 8 y 13 años por parte de su equipo de la Universidad de Illinois, en el que se encontraron diferencias significativas en el volumen de la sustancia blanca y gris del cerebro en las áreas sensitivas y motoras donde se elabora el habla, podrían aportar importantes datos para intentar tratar de comprender lo que ocurre en nuestro cerebro y que nos lleva a tartamudear. También se podrían relacionar factores genéticos con la edad de inicio de la tartamudez y encontrar evidencias que permitan realizar tratamientos más adecuados en niños pequeños e incluso saber cuando tratar o no a un niño que tartamudea.