jueves, 14 de diciembre de 2006

ANSIEDAD Y TARTAMUDEZ

Últimamente se han publicado varios trabajos sobre ansiedad en personas tartamudas.

Es sabido que los tartamudos tenemos una mala tolerancia a las situaciones de estrés y que esto hace que nuestra tartamudez sea más protagonista. Es lógico pensar que si estas situaciones empeoran nuestra tartamudez, es porque somos personas más ansiosas que el resto de los mortales. Se han realizado múltiples estudios en este sentido midiendo, mediante escalas homologadas, y comparando con grupos de control, el grado de ansiedad de las personas tartamudas. Los estudios son, como siempre en tartamudez, bastante parcos en cuanto a la muestra, algunos afirman que no somos más ansiosos que el resto de la población y otros afirman lo contrario (pero siempre con muy pequeñas variaciones y por supuesto no concluyentes).

Mi opinión, como tartamudo, es que NO somos, en principio, personas más ansiosas que el resto de la población, que la ansiedad no es previa a la tartamudez, sino que es una consecuencia de la misma. La manera de hablar y sus consecuencias proporciona una respuesta (no sólo psicológica), que irremediablemente aumenta el umbral de ansiedad. Si la tartamudez es respondida con miedo, vergüenza, culpa, etc.. Esto hace que el nivel de ansiedad aumente...es lógico.

Al pensar en que el grado de ansiedad en los tartamudos es mayor que en el resto de la población, sería lógico pensar que los tratamientos, bien farmacológicos (ansiolíticos) o psicológicos, tendrían unos efectos positivos en nuestra fluidez, sin embargo esto no es así. A pesar de que estos tratamientos son efectivos para la ansiedad, el grado de tartamudez no se ve alterado en los sujetos que efectúan estas terapias.

Creo que la ansiedad es una consecuencia más de la tartamudez, que los tartamudos somos, a priori, igual de ansiosos que el resto de la humanidad y que no se nos puede, por lo tanto, etiquetar de personas ansiosas o simplemente nerviosas por el hecho de tartamudear.