martes, 18 de marzo de 2008

Movimientos anormales en la tartamudez

De todos es sabido que la tartamudez se acompaña frecuentemente de movimientos involuntarios, gestos raros o cambios en la expresión de la cara. Se ha publicado un trabajo donde se analiza la incidencia y características de los movimientos anormales en la tartamudez, para lo cual reclutaron a 85 sujetos que tartamudeaban y 119 controles sanos, ambos grupos fueron sometidos a grabaciones, las cuales fueron analizadas posteriormente.

Los movimientos anormales fueron clasificados en voluntarios e involuntarios así como por su aparición mientras se hablaba o fuera del discurso hablado. Los resultados muestran que el 51,7% de los tartamudos tenían movimientos anormales, de los cuales el 83,3% aparecen mientras se habla. El 72,7% de los movimientos anormales fueron catalogados como involuntarios y el resto como voluntarios.
Es de resaltar que muchos de los movimientos involuntarios eran percibidos por el propio tartamudo como voluntarios en un principio, pero que se hacían involuntarios conforme se iban repitiendo los mismos en momentos de tartamudeo.

La tartamudez es un enigma, los movimientos anormales nos ayudan a salir de bloqueos y el cerebro los recibe como beneficiosos e incluso terapéuticos, con lo cual los añade a toda la parafernalia que va unida a la tartamudez. El círculo bloqueo-movimiento anormal-desbloqueo, es aprendido por nuestras neuronas y el resultado es, como indica el estudio, que un movimiento voluntario se vuelve involuntario. En las fases de identificación de las terapias psicológicas se trabaja en este sentido y a veces cuando nos vemos en alguna grabación nos quedamos sorprendidos, extrañados, confusos e incluso estupefactos, cuando no deprimidos ante los extraños movimientos que realizamos.

Como señalaba en el comentario anterior, las zonas del control motor y de control del habla, podrían solaparse en ser humano y el hecho de que la tartamudez sea un problema de habla podría, por lo mismo, convertirse en un problema motor y viceversa. Si con los fármacos antidopaminérgicos controlamos, por ejemplo los tics, es de esperar que también actúen sobre la tartamudez, como así sucede en muchos casos.